viernes, 14 de octubre de 2011

Apreciaciones personales sobre el Día de la Cultura Cubana



  Sobre un holocausto de fuego, sangre, intolerancia y conquista, se sustenta lo que hoy llamamos Cultura Cubana, a más de medio milenio del exterminio del aborígen por el español, de la importación/explotación del negro por el español, de la instrumentación del chino-culí por el español. Español este que no hizo más que responder consecuentemente a su sangre latina, provista por la mismísima Roma, conquistadora, siglos atrás, de la Hyspania, la Germania, la Galia, la Britania, sentándose los cimientos de la cultura europea sobre aún mayores matanzas.
  Extranjeros somos en la tierra que habitamos, aunque nos escudemos y reivindiquemos con una bizarra mixtura de disímiles folklorismos, provenientes de allende el Atlántico y el Pacífico, matizados con una pizca de elementos nativos (explicitados en la topografía, la arquitectura campesina de bohíos y caneyes, y ciertas dietas como el casabe). Con ingredientes importados, se ha cocido el ajiaco enunciado por Ortíz, obtenindose un sabor característico, cuya peculiaridad lo define respecto a las fuentes originales. Excluída queda la pureza de nuestra Cultura, amalgama inaprensible al final, cuya corteza agujereada permite la filtración de novedades foráneas, las cuales contagian el corpus cultural nacional, hasta en (aparentemente) franco antagonismo con estratos previos, o sencillamente apacentados en muelles y vacías percepciones, que sólo pretenden vestir colores mayoritariamente consensuados por amorfa cofradía, sin real conciencia de grupo.
  La Cultura (realmente) Cubana, ha devenido común pretexto para estigmatizar estas mismas influencias externas que la generaron, que no dejarán de nutrirla, quizás muchas veces en paradójica aniquilación de prácticas, ritos y saberes precedentes, relegados a la mera rememoración patrimonial, como anquilosados tabiques opuestos a la irrupción de lo “nuevo” y foráneo. Prima entonces la intolerancia en el constante y caleidoscópico reacomodo de nuestra inecuación cultural, siempre arrojando meras aproximaciones como resultado final de la pugna entre convención (una vez fue novedad), y novedad (más pronto que tarde, será convención).
  La Cultura Cubana no hace más que reiterar los mismos algoritmos que yacen en su prístino génesis, cuando los modos presentes agreden a los pasados, incluso teniendo como liza a una misma generación. Condenada queda la tradición a la nostálgica mirada de unos pocos o a los registros históricos, engullida por el dialéctico torbellino de la existencia.
  Entonces, ¿qué se celebra realmente el Día de la Cultura Cubana?: ¿La invasión española que defenestró una raza completa, para con las llamas de su holocausto cocer los alimentos de colonos y criollos? ¿Quizás la “traición” a la cultura madre de las nuevas generaciones de europeos, nacidos en esta colonia de ultramar? ¿Se celebra la perenne autodeglución, devenida práctica fundamental de la magmática naturaleza de los ritos y saberes humanos? ¿Celebramos os amables fundamentos, ya superados, apenas recordados, apenas reconocida su importancia para la Cultura Cubana presente?
  Escogida fue la jornada durante la que se entonó por primera vez el actual Himno Nacional, de raíces marsellesas, al igual que los colores de la bandera de Céspedes provienen de la francesa y la tejana. Cultura Cubana guarda entonces, sinonímica equivalencia con todo beligerante intento por validar la diferencia. Precisamente, la turbulenta naturaleza de la Cultura Cubana dictamina el fracaso de todo intento de eternización, de congelamiento de pautas que en su momento surfearon en la cresta de la ola, para no demorar su estrepitoso estrellamiento estrépito contra el mar, sustituídas en su cúspide por nuevos espumarajos. Concomita la Cultura Cubana con la evolución perenne e inevitable, como perenne e inevitable es su mutabilidad, desde sus mismos orígenes. Entonces, el 20 de octubre celebra en esencia la renovación, si se quieren salvar los últimos quinientos años soportados por cimientos ensangrentados, por millones de víctimas aborígenes, negras, chinas, árabes y españolas. Celebra este Día el cambio dialéctico e irrevocable, aunque se le quiera detener con dientes que no tardarán en quebrarse. Por este Día de la Cultura Cubana, alzo mi cáliz.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario