viernes, 14 de octubre de 2011

Asociación Hermanos Saíz (AHS) en su primer cuarto de siglo: Condenada a la eterna alternatividad



  Porque vale “más un rebelde que un manso. Un río vale más que un lago muerto” (1); porque “la primera libertad, base de todas, es la de la mente” (2) y porque el arte es “el modo más corto de llegar al triunfo de la verdad, y de ponerla a la vez, de manera que perdure y centellee en las mentes, y en los corazones (…) Los que desdeñan el arte son hombres de Estado a medias” (3); por estas razones martianas, breves puertas que ocultan, tras de sí, insoportable inmensidad, es que intento desandar los senderos del intelecto y la creación.
  Desde estas verdades, obviadas generalmente por los medios e instructores (pues sólo educa quien es un evangelio vivo), que no cesan de rumiar hasta su seco tuétano, algunas frases del inmenso corpus filosófico del Apóstol; desde estos llamados seculares a la consecuencia espinosa, es que apuesto por el Arte Joven. Y cometo una redundancia, pues ¿existe Arte Viejo? Toda pretendida conceptualización siempre se estrella escandalosamente contra la infinita capacidad de redimensionamiento de la realidad detentada por el homo sapiens, siendo el arte “la naturaleza creada por el hombre” (4), y “en el verdadero artista lo que predomina no es la voluntad de creer en aquello que ya existe, sino la de sospechar nuevos mundos, nuevas relaciones. La voluntad de perturbar más que tranquilizar” (5). Toda creación genuina que parta de la ruptura herética y responsable con axiomáticos enquistamientos ideo-preceptivos, establece nexo sinonímico con Juventud y Arte, aunque no deje de sustentarse en irrenunciables arquetipos clásicos, válidos precisamente porque su flexibilidad conceptual trasciende épocas y geografías, (auto)reconocidos como fundamentos de nuevas concepciones, nunca cúspides insuperables del raciocinio.
  Porque la creación es la sublimación de la definitoria capacidad humana de pensar, de concebir nuevos cosmos y esferas abstractas, consciente de la indetenible dialéctica de la existencia; por aferrarme a este inalienable derecho a ser, validar mi siempre incompleto esquema del universo, y ayudar a que otros validen los suyos, “con todos, para el bien de todos” (6), sin considerarlos a priori antagonistas; por estos paradigmas que quizás suenen a desfases quijotescos, y porque Martí era puro idealismo y humanismo, es que brego desde una filial de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), a favor de la creación y el pensamiento plural, heterodoxo, dialéctico, iconoclasta e irreverentemente responsable por la solidez de los criterios, no con la cautela ante las sensibilidades conservadoras. A ello aspiré al asumir, desde mediados de 2007, la presidencia de esta organización, que busca ser contrapartida, alternativa a la común tendencia humana de la conservación e institucionalización de voces generacionales o grupales muy particulares, con ínfulas de perennidad.
  Desde la AHS busco abrir brechas, hendijas al menos, para defender, sino legitimar, las avanzadillas de las grandes minorías (al decir del intelectual Juan Antonio García Borrero), que demarcan las futuras pautas del pensamiento, demostrando la inalienable evolución de la especie, por encima de cualquier voluntad. De hecho, los propios fundamentos de la organización, fundada en octubre de 1986, descansan en el remonte de nuevas voces generacionales, necesitadas de nuevos rediles para establecer distancias respecto a sus predecesores aún vivos y activos; de deslindar jerarquías entre la madeja populosa y un tanto indefinida, aunada en las brigadas Raúl Gómez García, Hermanos Saíz y el Movimiento de la Nueva Trova; de sentar manifiesto de su derecho a ser, estar y crear a su imagen y semejanza, no desde cómodos moldes y estereotipos. Crear la AHS fue como si la nación sacudiese de sus espaldas los últimos retazos grises/negros de los aciagos años 1970, década en la que “se programó el entusiasmo revolucionario y lo que había sido búsqueda y pasión se convirtió en metas a cumplir”. (7)  
  Veo, por ende, a la AHS, como una organización de ruptura perenne, pues ni siquiera debe ser voz perpetuada de sus iniciales miembros, sino atenta atalaya desde donde divisar más allá del horizonte preconcebido desde el pasado. Es una organización que no debe defender estéticas y conceptos específicos, sino la inevitable relatividad de éstos, la perenne necesidad y asimilación del cambio. Debe ser una suerte de “empresa de riesgo”, que otorga el capital primigenio para desarrollar temerarias iniciativas. Al lado de la novedad siempre incomprendida, está condenada a la eterna alternatividad, a la eterna revolución.
  Brego en la AHS por la evolución del arte y el pensamiento. Para eso sufro la terrible prueba de sentirme mero segmento de una realidad inaprensible y caleidoscópicamente diversa, saberme sujeto ínfimo, determinado por conjunciones histórico-culturales muy particulares, irrepetibles, que coexisten con otras no menos legítimas y dignas del mayor respeto, aún cuando difieran diametralmente de la mía. No es enemigo quien piensa diferente.
  Asumo entonces la AHS desde su carácter de perpetuum mobile, insoportable para las pequeñas mayorías (regreso a Borrero), contagiadas de miope ombliguismo, o sea, malsano complejo de axis mundi. Antes de enunciar que el Sol no giraba alrededor de la Tierra, Copérnico debió enseñar a los humanos que la Tierra no gira alrededor de ellos. Más allá del geocentrismo, el ser humano vive en un mundo egocentrismo. Y desde esta organización, cuyo accionar durante un cuarto de siglo desbordó, tiempo ha, la sobria rigidez de unos estatutos, intento defender el derecho a ser y hacer, desde el diálogo ecuménico, nunca desde la subordinación inconsecuente.
  Debe ser la AHS encarnación coherente y orgánica de las heterogéneas voces de sus afiliados, nunca entelequia servil. Reconocer autoridades no significa subordinación acrítica, ni instrumentación conveniente, sino retroalimentación, construcción colectiva de significados, regeneración de la sangre patria, saneamiento de quistes y tumoraciones, alertar sobre todo nubarrón gris que emerja en lontananza, tomando las variadas formas de la intolerancia, que es la faz más terrible de la ignorancia.
  Esa es la AHS que defiendo desde el redil provincial, que nunca provinciano, donde resido. Esa es la AHS que sobrevivirá sobre cualquier afeite, inconsecuencia, oportunismo, simulación, plegamiento. Esa es la AHS que será absuelta por una Historia imparcial, quizás nunca escrita. El resto, es pura vanidad…
 Notas
1-    MARTÍ y PÉREZ, JOSÉ JULIÁN: Cuadernos de apuntes 1878-1880. Obras Completas. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1975. t. 21, p. 142
2-    ÍDEM: En los Estados Unidos. La Nación, Buenos Aires, 22 de noviembre de 1889. Obras Completas. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1975. t. 12, p. 348
3-    ÍDEM: Desde el Hudson. La Nación, Buenos Aires, 23 de febrero de 1890. Obras Completas. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1975. t. 13, pp. 395-396 
4-    ÍDEM: Emerson. La Opinión Nacional, Caracas, 19 de mayo de 1882. Obras Completas. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1975. t. 13, pp. 25 
5-    BORRERO, JUAN ANTONIO GARCÍA: Las iniciales de la ciudad (La libertad expresiva en el cine de Fernando Pérez). Otras maneras de pensar el cine cubano. Editorial Oriente. Santiago de Cuba, 2009. P. 115
6-    MARTÍ y PÉREZ, JOSÉ JULIÁN: Discurso en conmemoración del 10 de octubre de 1868, en Hardman Hall, Nueva York, 10 de octubre de 1889. Obras Completas. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1975. t. 4, p. 238 
7-    FORNET, AMBROSIO: El Quinquenio Gris: Revisitando el término. Narrar la Nación. Editorial Letras Cubanas. La Habana, 2009. p.401

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